“La ataxia es una lesión a nivel cerebeloso, donde se organizan y coordinan los movimientos de cuerpo y, por lo tanto, altera la coordinación de los movimientos. Los atáxicos son pacientes que cuando se les pide realizar una actividad no son capaces de regular la cantidad de movimientos que tienen que hacer para llevarla a cabo. Si les pide que cojan un vaso, por ejemplo, observas cómo sufren temblores en su brazo y no pueden alcanzarlo. O, si lo alcanzan con ayuda externa, cuando dejan de recibirla no son capaces de sostener el vaso y se les cae”, explican Natalia Carrión y Ana Vaquero, fisioterapeutas de Centro Lescer.
El objetivo que perseguimos en Centro Lescer con un paciente atáxico fuera del medio acuático “es lograr su estabilidad y que coordine más adecuadamente sus movimientos. Para eso necesitamos que tenga mayor estabilidad en el tronco y la pelvis, de manera que si éstos trabajan de manera coordinada posibilitan una mejor coordinación de los movimientos de las extremidades del paciente. Si el tronco es inestable, aún lo serán más sus extremidades”, comentan Natalia y Ana.
En este proceso de recuperación de un paciente atáxico, el trabajo en el medio acuático es muy beneficioso. El objetivo principal con esta terapia en el agua es aumentar la estabilidad del tronco y la pelvis para mejorar la coordinación de las extremidades del paciente atáxico.
El proceso de trabajo en el agua con un paciente que sufre ataxia comienza con un previo ajuste mental y control respiratorio. Como explican Ana y Natalia, “en su primer contacto con el entorno acuático, este tipo de pacientes suelen bloquear el tronco superior, cintura escapular, hombros y cuello en busca de estabilidad. Bloquean la parte superior de su cuerpo para poder mover sus brazos. Incluso bloquean su respiración para buscar más estabilidad. Sin embargo, les explicamos que sin respirar, los bloqueos son aún mayores y que se imposibilita la realización de los ejercicios de manera adecuada”.
Una vez conseguida su relajación y el desbloqueo, “trabajamos en la seguridad y en la inversión mental del paciente para abordar su flotación. Tenemos que generar confianza en que no se va a hundir y provocar pequeños movimientos para que empiece a disfrutar de la experiencia en el nuevo medio. Tiene que ser capaz de sentir en el agua los beneficios que ésta le transmite en la realización de sus movimientos. El agua facilita el control de sus movimientos gracias a la resistencia que ofrece”, explican Ana y Natalia.
A continuación, “comenzamos a explorar nuevos ejercicios de control de rotación transversal. Del equilibrio en calma pasamos a realizar movimientos para que se levante y ponga de pie de una manera estable. Introducimos componentes de flexión y extensión de las extremidades”. En este estadio, “el paciente con ataxia ya comienza a estar familiarizado con el medio acuático por lo que es más sencillo incorporar nuevos ejercicios, como el control de la rotación longitudinal (volteos), que nos permite trabajar la interacción de ambos hemicuerpos; el control de rotación combinada, con actividades conjuntas que impliquen flexo-extensión más la rotación sobre sí mismo y el equilibrio en calma, en el que trabajamos la posición de sedestación y bipedestación controlando los desplazamientos de peso en la flotación”, detallan la fisioterapeutas de Centro Lescer.
Si el paciente atáxico ha conseguido superar con éxito esta serie de ejercicios, ya estaría adecuadamente preparado para afrontar una última progresión simple, que supone el inicio de los ejercicios de natación.
Gracias a nuestras instalaciones y a la preparación de nuestros profesionales, en Centro Lescer aplicamos este tipo de tratamiento porque somos conscientes de los beneficios terapéuticos que aporta el ejercicio en el medio acuático a los pacientes con Daño Cerebral Adquirido.